Entrevista

Penélope Cruz vuelve a ‘Vogue’ España para inaugurar el arranque de un tiempo nuevo

Rodeada de naturaleza y de animales y vestida de un blanco que invita al optimismo, la estrella reflexiona sobre cómo reconectar con lo importante, el compromiso, el feminismo y los aprendizajes
Penlope Cruz portada Vogue Enero 2021
Fotografía: Nico Bustos. Estilismo: Juan Cebrián. Maquillaje y peluquería: Pablo Iglesias (NS Management para Nars). Manicura: Lucero Hurtado para O·P·I. Ayudante de estilismo: Laura Sueiro. Producción local: Cap-Dept. Localización: Centro Ecuestre Entorno Doñana.

Este es un tema publicado en Vogue enero 2021.

Penélope Cruz siempre es una buena idea. Queríamos que ella fuera la primera portada de este año de cambio, de absoluta incertidumbre tras el diluvio que ha supuesto 2020 para nuestra vida, nuestra sociedad y nuestra industria. La idea era hablar de todo lo que nos ha ocurrido en los últimos meses y también de una película The 355, que tenía previsto estrenarse este enero. Para no cambiar la narrativa de los últimos meses, el filme de superespías femeninas liderado por Jessica Chastain retrasó su estreno al 2022 en el último momento. Pero nosotros seguimos adelante con esta sesión insólita, en la que Penélope muestra su amor por la naturaleza y los animales. La decimotercera portada de la actriz madrileña para Vogue España quiere animarnos a reconectar con lo importante y lo auténtico para este 2021 en el que hemos aprendido a esperar lo inesperado.

Penélope con vestido blanco de Chanel.

Fotografía: Nico Bustos. Estilismo: Juan Cebrián.

Se suponía que este mes de enero de 2021 se iba a estrenar la película The 355, que protagonizas junto a Jessica Chastain o Lupita Nyong’o, aunque al final se ha retrasado un año entero. ¿Cómo llevas todos estos cambios? 

Es lo que está pasando con la mayoría de proyectos y películas. De todas maneras, está en la naturaleza de nuestra profesión. Estamos más acostumbrados a esto que otros porque en el cine las cosas siempre se retrasan, se cambian y se mueven.

¿Cómo fue el proyecto?

Se rodó el verano pasado en Londres, en un ambiente estupendo. Tres de nosotras teníamos hijos de distintas edades y estábamos todos juntos allí, sin colegio. Lo que quería Jessica [Chastain] era crear un grupo de mujeres que, junto al director Simon Kinberg, fuera a Cannes a vender la película. Solo teníamos el tratamiento y se vendió en dos días en 2018. Se completó la financiación y no hay un estudio detrás de la película. Es un proyecto precioso en el que hemos participado de una forma muy especial. Por ejemplo, Jessica me preguntó qué me gustaría hacer en un género así, y yo le dije que me interesaba ver a un personaje que estuviera como un pez fuera del agua en una película de superespías. Muchas veces en estas narraciones los personajes saben cómo hacerlo todo muy bien todo el rato. Y me parece valiente que aceptaran esta propuesta, que es inusual en el género y que trae algo de humor.

¿Cómo se relaciona un proyecto como este con feminismo en el cine tras el movimiento #Metoo?

Las cosas han mejorado en los últimos años. Pero queda mucho por hacer. Me gustó que se crearan proyectos como Time’s Up porque es algo muy específico, con un fondo de ayuda para representación legal. Me gustan las ideas concretas. A mí me asombra cada vez que me preguntan si soy feminista. Es imposible no serlo si eres justo y vuelves a leerte la definición del término en el diccionario. ¿Cómo no voy a ser feminista?

Penélope lleva vestido Nilo de satén con corte al bies, de Cortana; medias de canalé y cachemir, de Calzedonia; y botas Jumping de piel, de Hermès.

Fotografía: Nico Bustos. Estilismo: Juan Cebrián.

La actriz con cárdigan de lana, camisa con pechera y lazo de terciopelo y short de lana, todo, de Dolce & Gabbana; medias de canalé y cachemir, de Calzedonia; y botas Jumping de piel, de Hermès.

Fotografía: Nico Bustos. Estilismo: Juan Cebrián.

¿Cómo empezó la pandemia para ti? 

En marzo, salía un día para ir a rodar la película Competencia oficial, con Antonio Banderas, y me llamaron para que me diera la vuelta porque todo se paraba. Fue el mismo día que los niños dejaron de ir al colegio. Ahora hemos conseguido terminar ese rodaje, pero seis meses más tarde. Lo hemos podido realizar gracias a que la productora lo ha hecho bien y ha hecho muchos tests. Es la única manera

No es el único proyecto en el que has trabajado en este tiempo porque has empezado ya los ensayos de Madres paralelas, la próxima película de Pedro Almodóvar. ¿Qué puedes revelar sobre ese guion? 

La película se rueda en marzo, pero estamos ya ensayando dos o tres veces por semana. Es un guion absolutamente maravilloso, redondo y brillante. Mi personaje es una joya, aunque muy difícil. Pedro se ríe cuando ensayamos porque dice que me voy a volver loca. Pero esa es la belleza del papel. Y es maravilloso que escriba personajes así: con tantos matices, conflictos y dificultades. Este tipo de material es oro porque es de donde más se aprende. Estoy disfrutando muchísimo los ensayos con él y soy consciente de que nos metemos en algo muy importante. Una vez más, estoy muy impresionada con el guion. Es un regalo.

¿Cuándo te habló Pedro Almodóvar de este proyecto por primera vez? 

En Nueva York, cuando estábamos haciendo promoción de Todo sobre mi madre. Lo recuerdo perfectamente: estábamos en una terraza, tomando algo y me contó la idea. Luego lo dejó, lo retomó y lo volvió a dejar. Y en el confinamiento lo sacó de un cajón y lo terminó. Él tiene la suerte de ir por libre y poder hacer lo que siente en cada momento.

Tú y Javier Bardem conseguisteis traer material sanitario para la pandemia ya a finales de marzo y habéis logrado organizar otros tres envíos después de eso. 

Durante el confinamiento, aparte de estar cuidando a nuestros niños y explicarles esto de la mejor manera posible, sentíamos mucha necesidad de intentar contribuir. Tuvimos la suerte de poder hacer donaciones de material a diferentes hospitales. Al principio, era muy difícil saber cómo ayudar y a dónde había que ir para poder encontrar un material que era muy escaso en esos meses. Inditex nos ayudó mucho a saber con quién podíamos contactar para tener proveedores de confianza. Porque, una vez ponías los pedidos en marcha, no tenías ni idea de cómo iban a ser hasta que llegaran. Son cosas que no sabíamos y que tuvimos que aprender de cero. Lo pudimos hacer tres veces. La primera vez lo organizamos Javier y yo y las otras lo hicimos junto a Alejandro [Sanz] y Pedro. No cambias grandes cosas, pero queríamos poner nuestro granito de arena.

¿Qué lecciones crees que sacaremos de todo esto? 

Tengo la esperanza de que esta situación nos una más. Estamos en un punto en que puede ir en cualquiera de las dos direcciones: o bien darnos cuenta de que estamos todos juntos en esto o que, por el contrario, sintamos más división. Yo soy optimista porque creo que este es uno de los conflictos o situaciones que más ha afectado a nivel mundial y tendría que servirnos para darnos cuenta de la vulnerabilidad general. Creo que se puede tener esperanza en que nos haga abrir los ojos y comprender que somos uno. Estoy deseando que esto acabe. Creo que todos tenemos muchas ganas de abrazarnos y de que los niños del mundo puedan jugar libres y tocarse y verse las caras.

Penélope Cruz luce vestido de tweed blanco y top de guipur, de Chanel; medias de canalé y cachemir, de Calzedonia; y botas Jumping de piel, de Hermès.

Fotografía: Nico Bustos. Estilismo: Juan Cebrián.

Penélope Cruz lleva abrigo de lana oversized, de Zara; vestido blanco, de Chanel; medias de canalé y cachemir, de Calzedonia; y botas Jumping de piel, de Hermès.

Fotografía: Nico Bustos. Estilismo: Juan Cebrián.

También has participado en una campaña con Cruz Roja para ayudar a las familias que necesitan alimentos estas Navidades. 

En mi situación de privilegio, por haber podido mantener el trabajo todos estos meses, quería hacer algo más. Javier y yo hemos estado colaborando con el Banco de Alimentos, que hacen un trabajo increíble. Y ahora yo he lanzado esta campaña con Alejandro Sanz. Va ser un proyecto muy concreto: todas nuestras donaciones van a alimentación para familias que lo necesitan en nuestro país. Estoy muy contenta por poder aportar algo. En los primeros momentos de la pandemia, el problema principal era el material sanitario y la comida. Había, y todavía hay, muchas familias quedándose sin trabajo y sin poder dar de comer a sus hijos. Familias que viven apiñadas en un solo dormitorio. Yo tengo muchas de esas imágenes en la cabeza –muchas más de las que se han publicado– a través de Cruz Roja. Ahí fue donde empezaron nuestras conversaciones y me alegro de que podamos hablar de esto en esta entrevista porque anima a otras personas a colaborar. El que pueda y con lo que pueda.

Puede que haya a quien no le parezca que Vogue sea el lugar para hablar de estas cosas... 

En tu revista no solo habláis de productos de lujo. Aunque esta es una industria que da de comer a muchas familias en el mundo y no se puede menospreciar. Pero también habláis de salud, de educación... Vogue no trata solo de moda. Lo sé porque he editado un número entero con vosotros y me disteis oportunidad y espacio para hablar de lo que quisiera: de hormonas, educación infantil o inmigración. Vuestros lectores esperan eso, y lo celebran. La acción o el compromiso se pueden criticar en alguien que se dedique a lo que hago yo o a lo que haces tú, pero la alternativa es quedarse de brazos cruzados. Puede que eso sea más cómodo, pero a mí no me sirve. Prefiero pasarme mes y medio con mi marido buscando proveedores y peleándome para encontrar material sanitario a quedarme sin hacer nada. Yo cuento esto porque tú me lo has preguntado, no porque necesite una medalla. Siento que tengo la obligación de ayudar y, además, me hace feliz hacerlo. No hay que darle mucha bola a lo que vayan a decir. Lo que sería el colmo es no ayudar por el miedo a ser criticado. Eso sería muy enrevesado, ¿no?

¿Cómo vives este tipo de exposición?

Lo peor sería no hacer nada. Esa no es la manera en la que yo vivo mi vida. No me gusta la palabra obligación porque me hace feliz hacerlo. Y yo vivo mi vida para que al meterme en la cama cada día pueda pensar que he hecho las cosas lo mejor posible. Si he podido echar una mano a alguien, lo he hecho. Yo no leo sobre mí, ni las cosas buenas ni las malas. No busco nada en Google ni leo comentarios. Hay otras cosas en la vida. No quiero creerme todos los elogios que llegan a veces, ni dar tiempo a lo contrario. Mi energía está en otros sitios.

Se habla mucho de la resiliencia de la cultura, pero es una industria que está pasando una situación complicada. ¿Crees que se sigue entendiendo como una frivolidad? 

Es un sector que está sufriendo mucho y es un problema de siempre: hay que darle otro lugar a la cultura. Viven muchas familias de esto, que lo están pasando realmente mal. Hay que dejar de identificar este sector con la cara de diez o veinte privilegiados. Y utilizo ese término en el sentido de que tenemos la suerte de tener un trabajo constante desde que empezamos. Algo de lo que me siento agradecida y sorprendida cada día. Porque estas son profesiones de muchos altibajos, y no solo para los actores. También para los escritores, para los técnicos, maquilladores, peluqueros, decoradores... Deben ver las caras de todos ellos y de sus hijos cuando hablan de esta industria. Me llama mucho la atención que en el BOE te tienes que volver loco para encontrar la información de qué se puede hacer y qué no en este sector. Los temas relacionados con nuestras profesiones no tienen respuesta oficial y es una falta de respeto a las familias que viven del cine, del teatro o la música. Es algo que debe cambiar porque es muy injusto.

En el mundo de la moda y la belleza también se están viviendo cambios profundos, con la emergencia de la conversación sobre diversidad e inclusión. ¿Qué opinas sobre ello?

Creo que las cosas han cambiado mucho los últimos años. Me siento muy orgullosa de formar parte de la familia Lancôme desde hace 11 años, y más de 20 del grupo L’Oréal. Marcas que tienen embajadoras desde los 20 hasta 70 años y unas cuantas de 40, entre las que me incluyo. Y somos de todo tipo de razas y perfiles. Me siento orgullosa porque cumplen las promesas, no es algo forzado o como estrategia. Me hace feliz estar con marcas que se implican así. Como Chanel, que también tiene un compromiso con la artesanía y la sostenibilidad y embajadoras de todos los estilos y edades.

La sostenibilidad es, precisamente, el otro gran asunto de la moda actual. Tú pusiste voz al documental Nuestro planeta, ¿qué más haces en este sentido?

Intento reciclar, educar a mis niños, comprar productos locales y de temporada... Y contribuir en campañas como las de Greenpeace, además de participar en ese documental, que todo el mundo debería ver. A esto me refería al principio: tenemos una oportunidad de unirnos ante lo que está pasando. Es una responsabilidad individual y colectiva. A mí, por ejemplo, la tecnología me preocupa mucho porque está cambiando muchas cosas a peor. Ojalá que lo que ha sucedido nos lleve a apreciar más la necesidad de aire puro, de estar al aire libre, del juego para los niños... quizá nos mentalice de la necesidad de que los adultos no usemos de una manera tan desquiciada los teléfonos y de proteger más a los menores. La tecnología puede ser una herramienta, pero si se usa mal es terriblemente adictiva.

¿Has visto la cinta El dilema de las redes?

Claro que sí y también la recomiendo muchísimo. Porque los que explican los peligros de las redes son los mismos que los han creado. Tipos que se han ido de ahí porque su conciencia no podía soportarlo. No es una opinión, son hechos. Creo que hay que tener cuidado en la infancia con el uso de dispositivos. Por supuesto, es lógico que vean películas y dibujos aquí y allá, como todos hemos hecho cuando crecíamos. Pero la niñez tiene que ser para otras cosas: para perseguir hormigas, jugar al fútbol o a lo que te apetezca. Es lo más importante para el desarrollo de esas cabecitas.

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